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Es uno de los grandes de la historia argentina; objeto de honras (y las merece). Resulta casi imposible hacer un catálogo completo,  pues su vida tuvo varias vertientes: el licenciado en leyes, el economista,  el periodista, el funcionario colonial, el propiciador de la ciencia,  el defensor de la educación y  la causa revolucionaria, el militar, el diplomático, el patrocinador  de una posición jurídico-política renovadora, el respetuoso de los pueblos originarios,  el amante,  el padre de dos hijos (de 6 años de diferencia entre ellos, un hombre y una mujer, a los que no pudo disfrutar, tal vez por los convencionalismos de la época).

Manuel José Joaquin del Corazón de Jesús, nació el  3 junio 1770, cuando Buenos Aires era la Gobernación. Murió el 20 de junio de 1820, con recién cumplidos 50 años (siempre vivió en la casona familiar,  de la hoy avenida Belgrano 430, de Monserrat), en las cercanías de la  Iglesia de Nuestra Señora del Rosario (o Santo Domingo).

1.- Tenía 6 años, cuando se instaló el Virreinato del Río de la Plata; así que  conoció a todos los virreyes: Pedro Antonio de Cevallos; Juan José de Vértiz; Nicolás  Cristóbal del Campo; Nicolás de Arredondo; Pedro Melo; Antonio Olaguer Feliú; Gabriel Miguel de Avilés; Joaquín del Pino; Rafael de Sobremonte; Santiago  de Liniers; Baltasar Hidalgo de Cisneros (¿agregamos a Francisco Javier De Elío?).

2.-  Pasó por las aulas universitarias de Valladolid, Oviedo, Salamanca y alcanzó el título habilitante. Tuvo oportunidad de participar del ambiente intelectual y ampliar su formación, leyendo a los clásicos y  acercándose a hombres y libros de pensamiento vanguardista,  ojeó contenidos de  La Encyclopédie, ou Dictionnaire raisonné …,  los textos de Étienne de Condillac, de Jean-Baptiste Colbert,  de François Quesnay, del conde de Aranda,  de Campomanes, de  Floridablanca, que pertenecen al ciclo de los afrancesados españoles, algunos asesores de Carlos III. No le faltó la lectura de Francisco Suárez, Benito  Jerónimo Feijoo,  Gaspar Melchor de Jovellanos; Adam Smith,  Jeremy  Bentham, David Ricardo  y algunos otros.  Con tiempo para hacer algunas traducciones de opúsculos de temas económicos, como las “Máximas Generales del Gobierno Económico de un Reyno Agricultor”,  de Quesnay.  Conoció la España de Carlos III y Carlos IV.

3.- Reinstalado en Buenos Aires, fue por  16 años funcionario de la corona española (1794-1810) y dejó testimonio de  su  formación económica.  Ampliemos:

a.- Presentó varias memorias;  la primera en 1796, con el título “Medios generales de fomentar la agricultura, animar la industria y proteger el comercio de un país agricultor”,  que leyó ante los miembros del Real  Consulado de Buenos Aires, que integra la crónica virreinal-colonial.

b.- Propició una compañía de seguros, de capitales autóctonos, La Confianza,  de actividades por cinco años (1796-1801).

c.- En 1799, impulsó una Escuela de Náutica (orientada a la capacitación en matemática)   y otra  de Dibujo y redactó sus reglamentos de funcionamiento.  Ambas de vida efímera.

4.- En paralelo, se abocó  periodismo y colaboró con Semanario de Agricultura, Industria y Comercio, dirigido por  Hipólito Vieytes; hasta que fundo el Correo de Comercio, el tercer impreso de Buenos Aires, que alcanzó 58 números (3 de marzo de 1810-6 de abril de 1811), que se  anca entre  la prensa virreinal  y la independiente.  ¿Qué sobresale al hacer su análisis? Hay dos  datos no  menores: el 21 de julio de 1810, lanza un artículo sobre la conveniencia de aumentar las escuelas para niñas  y  el 23 de febrero de 1811, reprodujo una proclama dirigida a los pueblos de Cochabamba, en quichua y en español. Los protagonistas de Mayo difundieron los anuncios traducidos,  para  que fueran entendidos por populosas regiones donde las lenguas indígenas subsistían. No le mezquinó aportes a la Gazeta de Buenos Ayres.

5.- Participó de todos los sucesos de los primeros 10 años de la vida política nacional, tanto de manera muy directa como indirecta: las jornadas del 22, 23, 24 y 25 de mayo de 1810, a las sombras del fernandismo. Fue vocal de la Primera Junta (y compartió responsabilidades con  Cornelio Saavedra, Juan José Paso, Mariano Moreno, Juan José Castelli, Miguel de Azcuénaga, Manuel Alberti, Domingo Matheu y Juan de Larrea). Una revuelta urbana que no fue violenta y  amalgamó  con lo intelectual. A esta le sucedió la  Junta Grande, el Primer Triunvirato,  el Segundo Triunvirato, la Asamblea de 1813 y el Congreso de Tucumán  y  frecuentó a los directores (titulares e interinos) de la Provincias Unidas: Gervasio A. Posadas, Carlos M. de Alvear, José Rondeau, Ignacio Álvarez Thomas, Antonio González  Balcarce, Juan Martin de Pueyrredón.

6.- Colaboró con las  deliberaciones en el Cabildo, las Juntas y asambleas constituyentes, simpatizando con las ideas innovadoras. Habrá leído los periódicos de la época  y meditado sobre los contenidos  del Estatuto Provisional de 1815; del Reglamento Provisional de 1817; de la Constitución de 1819. Se informó  sobre los destierros, prisiones, confiscaciones, ejecuciones, degradaciones militares: en momentos revolucionarios hay errores.

7.- Aceptó la responsabilidad de apaciguar los ánimos separatistas y díscolos de  Paraguay y al Alto Perú; con éxitos y derrotas militares, hasta que, en su condición de general,  entregó la jefatura del Ejército del Norte al coronel José de San Martín. Le había agregado al servicio civil, el militar.

8.- Le llegó la responsabilidad de diplomático. Fue enviado, en diciembre de 1814,  junto a Bernardino Rivadavia (y Manuel Sarratea) en una misión, que pasaría por Río de Janeiro, Londres y Madrid, para fortalecer las relaciones con Gran Bretaña y negociar una reconciliación con España, mientras se analiza una futura ubicación de las Provincias Unidas en el plano internacional. Algunos sospecharon y se inquietaron; una vez más, le llovieron críticas.  Durante la travesía  habría redactado un texto o esbozo de constitución, para el  posible soberano que gobernase el Reino Unido del  Río de la Plata, Perú  y Chile. Después renunció a esta idea de un monarca español, por otro americano.

Pensemos en el contexto:

 

[Se nos ocurre meditar que tiene ciertas similitudes con lo que acontecerá en los finales de la Primera Guerra Mundial y/o en la Segunda]

 

a.- Los éxitos militares de Napoleón Bonaparte (entre 1805 y 1814).  El desplazamiento  de Carlos IV y su hijo Fernando VI. La formación de las juntas. España en armas.

b.- En Gran Bretaña gobernaba Jorge III, asesorado temporalmente por el ministro tory Robert Banks Jenkinson (conde de Liverpool).

c.- En Brasil  residía  el rey de Portugal  Juan de Braganza y su esposa española Carlota Joaquina de Borbón.  Belgrano tuvo una etapa de carlotino, de propiciador de una soberana para estas tierras (en calidad de Regente). Además ahí estaban unos cuantos diplomáticos ingleses, que podían intermediar con gestos de buena voluntad. No se  avanzó en esta línea.

d.- De Estados Unidos, hay noticias sobre el accionar del presidente James Madison (sucesor de Thomas Jefferson).

e.- Inicio de las derrotas militares de Bonaparte  y su repliegue (marzo-abril de 1814);  el destierro en la isla de Elba.

f.- Reunión   del  Congreso de Viena (1814-15) dispuesta a restablecer el  viejo orden.

g.- El regreso de Napoleón, por 100 días, hasta la derrota en Waterloo  (18 de junio de 1815) y exilio en Santa Elena, en el Atlántico.

h.- Reunión en París de la Santa Alianza (setiembre de 1815); conferencia de las grandes potencias (Austria, Prusia,  Rusa; sin que faltaran los representantes de Gran Bretaña y Francia)  para terminar con los procesos subversivos, “liberales” o contestatarios. No superó mucho más que la “un voluntarismo” inconsistente.

i.- En España hay un caos, entre juntas, Carlos IV, Fernando VI, quien ha afirmado su antiliberalismo y absolutismo  y medita el envío de una flota punitiva  para recuperar México, Chile  (y, tal vez, el Río de la Plata).

j.- Francisco de Miranda,  encerrado en una celda española; Simón Bolívar  refugiado en Jamaica, ante la presión de los sucesos en el Viejo Continente. Aunque hay dos luces prendidas: José de San Martín y Jose G de Artigas.

 

[Los delegados rioplatenses habrán  consumido todo tipo de noticias ¡Qué interesante sería conocer sobre las tertulias en alta mar y en  Europa entre Belgrano y Rivadavia!]

 

k.- Pasaron los meses (un tanto indolentes)  y Belgrano retornó (en noviembre de 1815 para llegar en enero de 1816); no así Rivadavia quien intentó acercarse a Fernando VI sin éxito. No progresó este tanteo.  Durante la estancia  “miraron” las diferencias entre las capitales de allá con el Buenos Aires de acá e interesaron al naturalista francés  Aimé Bonpland (compañero de Alexander Humboldt) para que radicara en Buenos Aires, amén de iguales propuestas para el matemático-agrimensor español Felipe Senillosa, el  químico-botánico  italiano  Pablo  Ferrari.  Latían deseos de renovación.

9.- Una temporada en Buenos Aires, interiorizándose sobre los pormenores políticos locales y, tras la reunión de los delegados provinciales en la ciudad de  Tucumán, parte  a su encuentro, usando el   Camino Real; es la oportunidad  para dar un discurso, el 6 de julio,  promoviendo una monarquía constitucional y coronando un inca como rey; suscitó adhesiones y rechazos. Célebre Congreso, en momentos de revés militar para la guerra libertadora, que el  9 de julio,  aprobó el  Acta de la Independencia de las Provincias Unidas de Sud América (casi formal); luego sesiona en  Buenos Aires (1817-20), pues  urgía organizar el Estado y proceder a dar un documento estatutario.  Eran meses de dificultades económicas y habrá que construir la Nueva Nación desde la pobreza. Ahora, la amenaza no proviene de España sino desde el  Brasil portugués.

10.- Se mantiene, por casi tres años, en  el norte. Enfermo, regresa a Buenos Aires. Le quedaban pocos meses de vida. Fue feliz en los tiempos de la colonia, agraviado en ciertos tramos de los inicios de la independencia, murió solo y en la indiferencia; es hoy,  altamente valorado.

 

Alfredo F.  Dantiacq
UNCuyo. Titular Efectivo de la Cátedra II
Derecho Privado I (Derecho Civil. Parte General)

Norma Isabel Sánchez
 Instituto de Historia de la Ciencia (SCA)